viernes, 27 de junio de 2008

Eine

Dos ángeles caminan por la cornisa. Caminan de la mano, caminan sin prisa. Los dos insisten en caer, pero no pueden. Insisten en derrumbarse ante lo que creen viejo, ante lo que creen obvio y a su vez desconocido. Cuando uno mira al otro, no ve nada y cuando no se mirán, a veces se ven. Ciegos caminantes que no esperan el abismo, y que no pueden caer mientras sigan aferrados de la mano, como si recién se hubieran dado el primer beso.

sábado, 24 de febrero de 2007